La población penitenciaria de nuestro país, ha sido un grupo prácticamente olvidado por nuestra sociedad, con problemas crónicos como el hacinamiento, infraestructura indigna, dificultad en la resocialización y corrupción dentro del sistema, las cuales son realidades de las que no podemos escapar. Por este motivo, actualmente se ha vuelto prioridad, voltear la mirada a una población que, si bien es cierto está en esa posición por haber cometido un error, no dejan de ser seres humanos. Es de vital importancia entender que, si a las personas privadas de libertad se les da una segunda oportunidad, luego de una resocialización efectiva, aumentan las probabilidades de que no vuelvan delinquir y que pueden contribuir a la sociedad. Por esto, no basta con realizar inversiones en la construcción de nuevas infraestructuras penitenciarias. De igual importancia resulta enfocarse en la resocialización del privado de libertad.
En congruencia con lo anterior, podemos citar diversos programas, en donde la resocialización ha sido exitosa. Como ejemplo de estos, tenemos Ecosolidos, que fue producto de la iniciativa de privados del centro La Joyita ante la difícil situación de la recolección de basura dentro del penal. Actualmente, participan más de 700 privados de 3 centros penitenciarios y logran recolectar hasta una tonelada de basura al día. Estos desechos son debidamente reutilizados para confeccionar artesanías que han sido expuestas en ferias, así como para la utilización de abono orgánico para sembradíos; Igualmente podemos mencionar la marca penitenciaria “Integrarte”, en donde mediante talleres, más de 100 privados de libertad de 3 centros penitenciarios realizan productos artesanales de calidad. De igual manera, contamos con otros programas que han sido fortalecidos, como es el caso de la obra “Detrás del Muro”, en la que privadas de libertad del Centro Femenino de Rehabilitación (CEFERE) relatan sus vivencias dentro del penal y en el que se hacen críticas constructivas al sistema. Dicha obra, se ha convertido en un proyecto institucional que va por su quinta temporada; “Mi Silla Primero”, en donde privados de libertad reparan semanalmente 150 sillas destinadas a las aulas de clase de nuestros hijos. A la fecha, han logrado restaurar más de 6000 pupitres; por otro lado, por primera vez en la historia, clases universitarias son impartidas dentro del CEFERE y el Renacer. Este es un modelo sin precedentes, no solo en nuestro país, sino dentro de la región. A la fecha más de 30 mujeres privadas han obtenido un título universitario por medio de estudios realizados dentro del centro penal. A su vez, reconociendo que los jóvenes son el futuro de nuestro país, el Instituto de Estudios Interdisciplinarios, ha implementado Modelo de Intervención Integral en el Centro de Pacora, con el que se busca reducir la población de adolescentes en conflicto con la ley, capacitándolos e impulsando sus habilidades bajo un enfoque constructivo; Por otro lado, se ha llevado a cabo la difícil tarea de realizar el primer censo penitenciario, el cual es una investigación científica de las características de la población penitenciaria, de manera que puedan elaborarse mejores estrategias orientadas a la resocialización.
Dicho esto, hemos abarcado lo que se ha trabajado con la población penitenciaria, pero también se ha reconocido la importancia que tiene reformar al recurso humano que tiene la difícil labor de administrar estos centros. Esto se debe a que hay una relación directa entre apostarle al recurso humano y el éxito de la resocialización por parte de las personas privadas de libertad. Por este motivo se han creado instrumentos normativos que buscan profesionalizar al personal encargado de la protección de las personas privadas de libertad. La ley 42 de 2016, que crea la Carrera Penitenciaria, busca alcanzar la prestación de un servicio profesional y respetuoso de los derechos humanos. Esto va en conjunto con la Academia de Formación Penitenciaria, en la que más de 700 nuevos custodios han sido formados hasta la fecha y donde se garantiza la continuidad en el proceso formativo. Estamos convencidos que esta es una solución que tendrá sus frutos a mediano y largo plazo.
Termino reiterando nuevamente que el sistema penitenciario panameño ha permanecido en el olvido durante décadas y cambios de proporciones tan considerables como los que hemos detallado, no se logran de la noche a la mañana. Sin embargo, estoy firmemente convencido de que con todo lo que esta administración ha propuesto y ejecutado, estamos en el camino correcto, debido a que son políticas que forman parte de una visión de Estado. Su perduración en el tiempo garantiza la continuidad de los programas y un cambio palpable en nuestra sociedad. Reconocemos que falta mucho por hacer en este largo camino, pero también resaltamos que queda evidenciado que, con voluntad y planificación, se logran cambios que redundan en beneficios para toda la sociedad.
Carlos Eduardo Rubio, Ministro de Gobierno
